jueves, 7 de octubre de 2010

Domingo 17 de Octubre. A Shanghai!

Hoy toca traslado, asi que, mismo ritual que siempre.
Menos mal que las maletas las habíamos dejado preparadas la noche de antés, mientras hablabamos con Riku. Bajamos a desayunar con él: huevos fritos, bacon, salchichas, pure de patata y zumo. Vaya, un desayuno inglés, que nos ayudó a coger fuerzas para todo el día.
Nos despedimos del hostal, nos lo habiamos pasado muy bién. Un sitio muy recomendable.
Fuimos a coger el autobús que nos llevaría al aeropuerto. De camino vimos la tienda de Mizuno que habían quemado el día anterior, y aunque la ciudad empezaba a recobrar su normalidad, aún había mucha policía por la calle.
Cincuenta minutos de trayecto y llegamos al aeropuerto. Vimos que nuestro vuelo se había retrasado una hora, así que a esperar. Encima, como hicimos el check-in tarde, nos tocaron asientos separados. ¡¡¡¡ Oh, Dios mio !!!! ¿¿Quién nos tocaría al lado?? Con lo raros que son estos...
Mientrás esperabamos a que saliera nuestro vuelo, nos encontramos con un matrimonio australiano que nos vino a saludar. Nos habían visto el día anterior en los guerreros. Charlamos animadamente, de todo un poco. El señor sabía mucho de la historia de España. Esto nos alucina, yo apenas se que Australia es una isla con canguros, koalas y tiburones ;). Hasta sabía de Franco y del conflicto vasco.
A la pobre Itzi le tocó en medio de dos chinas, muy sosas, y que encima intentaban utilizarla como almohada. En cambio Txumi mucha más suerte. Le toco de compañera una malaya, que trabajaba en Tokyo y sabía inglés. Majisima. Khör se llama y nos dió su e-mail. ¡¡¡ Ya tenemos un contacto en Tokyo !!! Nunca se sabe... Ella viajaba con sus padres, que eran de origen chino, y que nos sonreían mucho.
Sobre las cuatro de la tarde llegamos al aeropuerto de Pudong de Shanghai (en Shanghai, hemos aprendido que hay dos aeropuertos, ya os explicaremos porque...). Nos fuimos a coger el Maglev, el primer tren de levitación magnetica de uso comercial del mundo, que recorre una distancia de unos 30 kms. en tan solo 8 minutos, alcanzando una velocidad maxima de 431 km/h. Muy guapo! Después, tuvimos que coger el metro, y sobre las 17 horas, ya estabamos pisando las calls de Shanghai.
¡Qué pasada de ciudad! Nada más salir del metro y ya supimos que nos encantaría. ¡¡¡Era como volver a la civilización!!! Las calles volvían a estar traducidas al inglés, y se podía encontrar a gente que lo hablase un poquito. Será el efecto Expo, que se nota por toda la ciudad.
Fuimos andando al hostal, ya que las indicaciones nos decían que tardaríamos unos 10 minutos. Fueron unos pocos más, por el equipaje, las escaleras, etc. Las avenidas nos impresionaron: pasos elevados y/o subterráneos por toda la ciudad para atravesar calles con hasta 12 carriles.
De camino al hostal, nos adelantó una pareja a la que escuchamos hablar castellano. Parecía que vivían allí, así que nos decidimos a preguntarles si sabían donde estaba el hostal al que íbamos.
¡Como es la vida! Ellos iban hacia allí también!
Charlando, nos contaron que llevaban un mes viviendo en Shanghai. Iban al hostal porque habian estado alli hospedados hasta que encontraron casa y tenian que solucionar algún trámite. Son arquitectos y se llaman Alex y Elena, y fueron otro regalo en este viaje.
Nos invitaron a vernos al día siguiente. Nos preguntaron que si nos gustaría ver una casa china de verdad. ¿Estamos locos? Nos encantaría!!!! Así que nos dimos los telefonos y quedamos para cenar al día siguiente. Fue genial!
Nos duchamos y salimos, ya que nos habían llamado Inma y Jenny, las chicas que conocimos en Guilin y las terrazas de arroz, para cenar juntos y tomarnos esa cerveza pendiente.
Nos encontramos en la Plaza del Pueblo y nos pusimos al dia de anecdotas. La verdad es que no parabamos de hablar y reirnos, así que todos los chinos alucinaban con nosotros, que cuando nos juntamos, somos muy gallinas, verdad?
Las chicas regatearon con unas vendedoras callejeras por unas ruedas con luces que se acoplan a las zapatillas. Regalo para los sobrinos. Y, costó un poco, pero las sacaron por 1,75 euros, de los 15 que pedían. Muy buen precio. Y muy divertido, porque la poli rondaba por alli, por lo que ellas desaparecian, para luego volver.
Cenamos "hot pot", una comida típica que nos recomendo Khör, la chica malaya del avión. Es una especia de fondue, pero con un estofado dentro en el cual tu metes verdura, bolitas de tofu o algo así, etc. La verdad es que estaba muy, muy rico, todo regado con cerveza china, que es muy buena. Comimos de pollo y de ternera. Delicioso, y por solo 6 euros por pareja. Comer en china es una ganga!
Nos despedimos prometiendo mantener contacto por mail y deseandonos buen viaje.
Nos fuimos al hostal dando un paseito, porque es una ciudad muy agradable para pasear, sobre todo de noche, cuando la temperatura baja un poquito y está llena de luces.

Xi'An. La tienda de Mizuno tras los altercados del dia anterior.

En el Maglev a máxima velocidad...

Mingtown People's Square Youth Hostel. Muy buen hostal, super bien ubicado y limpio.

Cenando hot pot con Jenny e Inma. Geniales!

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